domingo, 10 de noviembre de 2013

Visitando al médico legista

El domingo sólo salí de casa para ir a la farmacia (la del "Doctor Ahorro") a comprar el antibiótico. El vendedor no tenía cajas de 10 comprimidos, sino de 14, y me preguntó para qué era. Le expliqué, le dije que "mañana" tenía que ir al médico legista, y me contó que había sido apuñalado (?), y que sólo iban a ser tenidos en cuenta los golpes visibles. Curiosamente o no, los que más me dolían eran los no visibles.
Así, al volver a casa, hice un racconto de todos los golpes que me dolían y de cuáles eran visibles: tibia derecha (raspón visible), rodilla derecha, costillas derechas, costillas inferiores izquierdas, clavícula izquierda, maxilar derecho justo en el ángulo, maxilar izquierdo, pómulo derecho, oreja derecha (raspón visible). Más el que me cortó la boca por dentro y que, por fuera, dejó un hematoma notorio. Y el que me abrió la cabeza.
En los brazos, en cambio, no tenía ningún dolor. Señal de que no pude defenderme.
El lunes a la mañana, después de dormir poco y mal, fui a la calle Azopardo para que me viera el médico legista. Caminé hasta la parada del 4, y cada taxi que veía me daba taquicardia. Especialmente, el que obstruía la parada, estacionado allí mientras el taxista lo limpiaba. Intentando ser disimulado, lo miré atentamente desde la esquina, antes de cruzar, hasta que pude asegurarme de que no era ninguno de mis agresores.
Llegué al lugar, le di mis datos a la recepcionista, que interrumpió su estadía en Facebook para atenderme e indicarme dónde esperar, y, tras unos 20 o 30 minutos, fue mi turno. La doctora ni se levantó de su silla para mirarme. De hecho tuve que acomodar el cuerpo, acercándome, para que viera mi herida suturada, ya que en primera instancia no la había visto.
Le mostré las escoriaciones, le hablé de que me dolían más los golpes no visibles, le dije que había llevado las radiografías. Para entonces, seguramente ya habría dejado de tipear, y me dijo algo así como que esas radiografías no servían: que, para servir, había que hacerlas allí. Pero no profundizó, y yo tampoco atiné a preguntarle. Sólo pude remarcar que el médico del hospital no había mirado las de la cabeza. Se ofreció a mirarlas, lo celebré diría que con efusividad ("te hago un monumento. Bueno, no sé si tanto, pero te lo voy a agradecer mucho"), y me dijo que no había fracturas en la cabeza y que la placa de las costillas derechas estaba mal sacada y no se veía bien. Y me sugirió que tomara Diclofenac para el dolor y que, si me seguían doliendo después de dos días, volviera al hospital.
Eso fue todo. En menos de siete minutos, ya estaba en la calle. Pasé por el lugar al que tenía que ir para hacer el identikit, le pregunté los horarios al cana de la vereda, y en el momento decidí que iba a ir en un par de días. Y fui a tomarme el 2, que me dejaba cerca del hospital, a donde tenía que ir para darme la antitetánica.
Llegué, había banda de gente, y preferí volver a casa y retornar más tarde. A eso de las dos o tres fui de nuevo, y había menos gente: sólo 40 minutos de espera...
(Continuará. En la comisaría, ampliando la denuncia).